18 noviembre 2007

El miedo en los talones

¿Es el pueblo español un pueblo democrático?

Desde que España, tras su restauración monárquica el 22 de noviembre de 1975, se convirtiera definitivamente en democracia parlamentaria con la aprobación en referéndum de la Constitución de 6 de diciembre de 1978, la mentalidad de los españoles ha cambiado evolucionando en democrática - ¡pero sólo en parte!

El primer revés de esa evolución democrática hacia un afianzamiento de la tolerancia y la aceptación de los resultados de las elecciones vino de mano del pZoe con Felipe González. Ya entonces, aunque de una forma más comedida que en la actualidad, se quería pintar en color rosa el pasado republicano convirtiendo en los buenos de la película a los que realmente fueron el origen del alzamiento nacional. También entonces los socialistas sólo llegaron al poder por un hecho insólito: el intento de golpe de estado de 23 de febrero de 1981, del que nunca se supo quién estaba realmente detrás, ya que sólo se detuvieron a los pocos exaltados que lo llevaron a cabo.

González y sus camaradas se ocuparon de desmontar paulatinamente a la nación arrinconando al Rey, que apenas aparecía en actos oficiales de importancia. Los desfiles del Día de la Hispanidad habían sido reducidos a actos efímeros que lucían poco. Yo lo comparaba con Puyi, el último emperador de China, al que confinaron a su palacio hasta que le mandaron al exilio definitivamente.

Con el PP llegó realmente un cambio que aliviaba. No sólo por liberarnos de un gobierno corrupto e inepto que había ganado demasiadas elecciones, sino porque parecía que al fin se había superado la transición pudiendo enterrar definitivamente el recuerdo constante al que se llamaba, por parte de la izquierda, de un pasado en cualquier caso poco edificante. La tergiversación de la historia es el afán permanente de la izquierda, que parece sólo puede vivir y sobrevivir haciendo creer a los votantes que lo suyo era el paraíso y el infierno venía de la derecha. Además, juegan con la ventaja de la lejanía de los tiempos pasados, tan nefastos para España, y que apenas quedan personas que pueden contar la verdad, comiendo el tarro a los jóvenes que por naturaleza (cosa que nunca he entendido) se consideran más de izquierdas que de derechas, por eso de la "actitud rebelde" propia de todo joven. ¿Se puede ser rebelde y de derechas? ¿A qué viene ese afán de derribar lo existente para hacer la revolución? ¿Acaso alguna revolución ha sido positiva para un pueblo? ¿Cuál de las revoluciones pasadas se hizo desde abajo, desde el pueblo? Ni la francesa, ni la bolchevique, ambas se hicieron desde arriba, desde la nobleza (sic!), en una el que tiraba de los hilos fue el Duque de Orleans, en el segundo caso fue el Emperador de Alemania y la alta nobleza alemana que mandaba en el ejército (sic!) que pensaban usar a Lenin para quitarse el frente ruso de encima. Lo malo de jugar con fuego es que uno se puede quemar.

En España, el que juega con fuego como un niño pequeño es Z. Quiere jugar a la revolución. Claro que hoy los que juegan con fuego no son los nobles ni la realeza, que para eso tenemos la democracia que relegó a la realeza a papeles representativos y moderadores y a la nobleza a ser como los demás ciudadanos. Pero jugar con fuego fascina a los niños y algunas mentes infantiles, inmaduras, irresponsables - o deficientes.

Z quiere jugar a las barricadas y a ser republicano, republicano bolchevique y sanguinario - aunque lo último sólo lo puede ser en sentido figurado, ya que la democracia se lo impide. Para eso crea división, crispación. Su gobierno subvenciona videojuegos en los que se matan rojos y fachas, abre viejas heridas y hurga en lo más profundo de lo que pensaba se había superado hace tiempo. Hurga en heridas que las generaciones nuevas de los últimos 32 años no han sufrido y que no saben lo que es. Juega con esas ganas enfermizas de matarse unos y otros por fanatismo ideológico. Y para que pueda surgir fanatismo, hay que acabar con el conocimiento de la historia -que ni Z tiene-, hay que crear analfabetos funcionales que superan los cursos escolares con cinco suspensos. Lo de saber es lo de menos, lo importante es tener una masa manipulable.

El nivel de analfabetos funcionales ya lo tenemos en el gobierno. Sólo hay que escuchar a ministras y ministros. Ese nivel intelectual bajísimo se une a la frivolidad con que tratan los problemas del país: Inflación galopante - ¡qué risa! ¡no es para tanto! ¡qué más da que Z no sepa ni siquiera lo que vale un café en un bar! Pero ese detalle fue significativo e ilustrativo del sentido de la realidad de Z y sus camaradas. El AVE pasa por un túnel del trayecto de Valladolid y se llena de polvo. Los edificios colindantes del corredor del AVE en Barcelona se agrietan y se tapan las grietas con silicona para que no se vean. Un túnel del AVE en el trayecto a Málaga se llama túnel de lavado y dejó a una población entera sin agua y manantiales porque cortaron copn ese túnel un acuífero importante. La burbuja inmobiliaria está a punto de estallar, cosa que se ha anunciado hace tiempo, pero al gobierno le da risa.

A todos esos problemas se añade el fanatismo lingüístico y separatista en algunas autonomías españolas. La población está sufriendo una opresión nunca conocida. Siendo el español lengua oficial de todo el país ¿cómo se entiende que haya que pagar multas por usar éste y no el idioma cooficial de la región en cuestión? ¿Cómo se entiende la "policía lingüística" en los patios de los colegios para ver si los niños hablan catalán entre ellos o siguen hablando español? ¿O que en Galicia hay que morirse en gallego para ser políticamente correcto? Se gastan millones en esa política del fanatismo separatista en lugar de tratar con naturalidad la coexistencia de dos lenguas en un mismo territorio.

Muchos ejemplos para lo que llamaría situación preocupante. Un país entrando en una espiral peligrosa de radicalización y manipulación. Si alguien no entiende cómo pudo producirse la guerra civil, ahora lo debería tener mucho más claro. Como también debería tener claro de dónde viene ese riesgo: ¡desde la izquierda! Una izquierda trasnochada, inepta y anclada en el pasado. Dejemos tranquilo al Valle de los Caídos y con él todo el recuerdo a tiempos que podrían haber sido mejores de no caer la Monarquía en 1931 (sin referéndum, con resultados electorales municipales manipulados por ¡la izquierda!), y dediquémonos a ser demócratas hoy y en adelante, sin rencores, sin fanatismos, sin imposiciones. Por la democracia y por España ¡Viva el Rey!

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