24 julio 2008

Obama en Berlín: Discurso vacío zapateril

Barack Obama, el candidato del Partido Demócrata estadounidense y antiguo musulmán convertido al cristianismo, habló esta tarde sobre las 19:30 ante un público más numeroso que esperado y a los pies de la Diosa de la Victoria Berolina (monumento erigido en 1873 para conmemorar la victoria sobre los franceses para recuperar Alsacia-Lorena, con lo que se completó la unificación alemana perseguida por Bismarck), situada en la glorieta de la Gran Estrella, al final de la Avenida 17 de junio de 1953, que comienza en la Puerta de Brandemburgo. Se eligió este lugar dado que Obama no es ningún presidente de estado ni de gobierno, no siendo se recibo que hiciera su acto de campaña electoral ante este símbolo de Berlín y de Alemania.

E
l discurso, al que asistieron sobre todo americanos venidos de todas partes de Alemania, así como muchos turistas y alemanes jóvenes, duró aproximadamente media hora y destacó por su vacuidad.

T
ras una introducción un poco larga sobre lo que significó Berlín durante la Guerra Fría y recordando el apoyo americano durante el bloqueo de Berlín de 1948, temas que pocos de los que asistieron al acto deben conocer bien y mucho menos sentir como algo propio, habló en términos muy generales sobre la paz mundial, la convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes, la renuncia al armamento nuclear (lo que recibió muchos aplausos) y las buenas relaciones entre Europa y EE.UU., ya que Europa es el aliado más importante de América.

L
o que destaca del discurso es su poca fuerza y la falta de contenido. Incluso Z es capaz de llenar un discurso político con más palabras huecas biensonantes para disimular que carece de programa. En el caso de Obama ha quedado patente que carece tanto de lo uno como de lo otro.

Q
ue al final asistiera tanta gente (los comentaristas de la segunda cadena de televisión hablaban de unos 100.000 asistentes al haberse llenado toda la Avenida del 17 de junio) no fue sino el poder de los medios en manos de la izquierda, que crearon una gran expectación ante un discurso de un candidato en campaña electoral que ni depende del voto que pueda conseguir en Alemania ni tiene nada que comunicar a los europeos que no sepan ya. No ha habido ni un compromiso firme (como podrían ser la retirada de las tropas del Iraq, de Afganistán, la firma del Tratado de Kyoto), sólo ideas vagas como el querer acabar con las armas nucleares para construir la paz sin ellas.

H
a sido un discurso para personas poco críticas (como las que votan a Z en España), pero que no aporta soluciones ni da esperanza para un mundo mejor. Más bien confirma que Obama no tiene las ideas claras, que zigzaguea para ver por dónde tirar y que pertenece a esa nueva generación de políticos que saben tanto de la política mundial y de la economía como un campesino que apenas ha salido del pueblo.

Los comentarios de algunos que asistieron al acto fueron los típicos de un joven que le mola que Obama quiera quitar las armas nucleares (¿pero qué pasa con Corea del Norte, con Paquistán, con Irán, con Rusia?) o una que dijo haber estado cuando habló Kennedy y que veía en Obama lo mismo que veía en Kennedy, en fin, gente del buenismo imperante entre los alemanes políticamente incultos de hoy, opiniones que comparten los medios controlados por la izquierda. Pero durante el discurso se pudo ver que poca gente aplaudía y que la organización había colocado estratégicamente a sus claqueurs americanos que gritaban como gritan ellos: uno hace de diez, por lo menos. Se añadiría el problema que muchos alemanes tendrían sus dificultades para seguir el discurso en inglés, que tampoco era como para decir que entusiasma.

En resumen: Espero que los estadounidenses hayan visto y entendido lo mismo que yo y que sean lo suficientemente sensato como para no votar a un candidato tipo Zapatero. McCain tiene mucho más caché y sabrá hacer las cosas mil veces mejor que un Obama ex musulmán sin ideas ni programa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Más que a una política vacua, que también, a lo que estamos asistiendo y a lo que nos tenemos que enfrentar es al bochornoso espectáculo del desbordamiento de sentimientos –y resentimientos- en la vida pública, que además de lo vergonzoso que es en sí mismo evita cualquier debate razonable y pone en fuga a la razón, algo muy cómodo para políticos que o no saben a donde van o si lo saben no se atreven a decirlo abiertamente, o andan navegando en una combinación ambigua de ambas cosas. En cualquier caso, relativismo.

Y no quiero ni pensar, ¡oh Atreides, caro a Zeus!, qué diría de estos sujetos sensibleros el inmortal poeta que cantó las hazañas de tus ilustres antepasados adoptivos, ¡Atridas y demás aqueos de hermosas grebas!...

Como será de grave el conflicto de la sensiblería con lo razonable que el mejor comentario sobre este asunto que conozco lo acaba de hacer alguien que en principio puede sorprender porque se le supone otro punto de vista radicalmente distinto: un cura católico, monseñor Sebastián, obispo emérito de Pamplona.
¿Dónde están nuestros socialistas?
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