11 julio 2009

Arcandor como Símbolo del Ocaso de la Globalización

La historia reciente de Karstadt-Arcandor parece un plan diseñado para acabar con los grandes almacenes en Alemania. Tras la concentración consentida por los políticos y las autoridades anticoncentración viene la insolvencia y quiebra de todo un grupo. Los directivos que han provocado esta situación cobran varios millones de euros al año. Foto: El nuevo Karstadt en Berlín-Steglitz, en el lugar del antiguo Wertheim, integrado en la nueva construcción por ser monumento arquitectónico.

El último escándalo económico-financiero de Alemania es la quiebra del mayor grupo empresarial del sector de los grandes almacenes: Arcandor. Está formado por los Grandes Almacenes Karstadt-Quelle, el operador turístico Thomas Cook y Primondo (venta por televisión tipo La Tienda en Casa).

Es difícil de entender que un grupo como Karstadt-Quelle pueda llegar a fracasar, al estar dirigido por directivos de alto nivel (sobre todo salarial, porque como ya se ve no tenían tanto nivel a la hora de gestionar las empresas confiadas a ellos), pues los errores en las inversiones y desinversiones han llevado al grupo a la quiebra. Sus actuales propietarios (Schickedanz, los herederos del imperio de grandes almacenes y venta por catálogo Quelle, y la banca privada SAL Oppenheim tienen juntos el 56% de las acciones, mientras que el 44% restante está repartido entre una multitud de accionistas) o se han desentendido de la buena gestión del grupo o han apostado por arruinar empresas con larga tradición. Foto: El KaDeWe, los Grandes Almacenes del Oeste, en la avenida Tauentzien, Berlín).

Tanto Karstadt como Quelle eran empresas familiares en su origen y hasta hace pocos años, y mientras iban en solitario no tenían nunca problemas financieros serios.
Karstadt comenzó como tienda al por menor en 1881 en la ciudad hanseática alemana de Wismar. Al contrario de lo que ocurría con la mayoría de los fundadores de grandes almacenes en Alemania, Rudolph Karstadt non era judío. En 1885 se unió con Theodor Althoff, lo que dio comienzo a lo que más tarde sería uno de los mayores grupos de grandes almacenes de Alemania en las fronteras de 1918.

Igual que Karstadt surgió otro grupo absorbido por el primero en los años de 1990: Hertie. Hermann Tietz, su fundador, también era judío. Su cadena de grandes almacenes fue, sin embargo, la de mayor nivel y propietaria de los grandes almacenes de lujo que quedaban en Alemania tras la guerra: KaDeWe, Alsterhaus. También había absorbido otros grandes almacenes locales como Held Berlín, KFA Stuttgart y Wertheim. Foto: La primera tienda de Hertie en Gera fue finalmente un Horten (Horten ha sido absorbida por Kaufhof, la segunda cadena de grandes almacenes de Alemania), pero se cerró y se encuentra en fase de reforma para convertirse en centro comercial; se han descubierto las antiguas decoraciones de estuco y madera que estaban tapadas por revestimientos y falsos techos y van a ser recuperadas.

La venta de Hertie a Karstadt fue algo así como una profanación de la tradición empresarial alemana de los grandes almacenes, pues Hertie era seguramente la cadena de más prestigio y calidad de todas las que había. Aunque Tietz fue despojado de su empresa por los nazis, el comprador mantuvo la empresa bajo una dirección familiar.

Hertie fue absorbida y desmantelada en parte. Las tiendas más pequeñas fueron vendidas a un inversor británico de origen indio, junto con la marca, pero como también ocurrió en España con el SEPU y con la filial alemana de Woolworth (actualmente en insolvencia, 300 tiendas), los inversores británicos (detrás de los cuales suele haber los llamados hedge funds) sólo buscan inmuebles y hacer caja, no proseguir una tradición empresarial. Arruinan a las empresas de mala fe para vender sus activos y cerrarlas para siempre. Hertie ya corrió esta suerte en abril de 2009.


Hace unos meses, Arcandor contrató un nuevo director general procedente de la alemana Telekom, que en cuestión de tres meses ha llevado al grupo a la insolvencia (presumiblemente ese era el plan de Arcandor al contratar a v. Eick). No han servido las negociaciones con el gobierno en busca de ayudas, la dueña de Quelle, Schickedanz, una de las fortunas más grandes de Alemania, se desentiende del asunto. Foto: Los grandes almacenes Tietz en Berlín, leipziger Strasse, a principios del siglo XX).

Pocos días antes de la insolvencia, desparecieron -según parece- los fondos de Quelle de sus cuentas bancarias, lo que pone en riesgo la impresión de los catálogos de otoño-invierno de 2009, con un coste de 50 millones de euros, base fundamental para la supervivencia de la mayor empresa de venta por correo de Europa (ahora salvado por un crédito concedido con avales del gobierno bávaro).


Que Arcandor haya llegado ahora a una situación de quiebra es difícilmente comprensible, de sus 120 grandes almacenes hay muchos muy rentables, sobre todo los de más prestigio como el KaDeWe Berlín. Pero incluso el KaDeWe ha tenido que solicitar la insolvencia. Si esto no es mala gestión, será ¿delincuencia organizada?

A finales del año pasado, Karstadt decidió acabar con una marca de larga tradición: Dos casas en Berlín seguían con el nombre de Wertheim, y en Berlín el Wertheim era una referencia y un reclamo incluso para el turismo. Aducían reducción de costes de publicidad al haber sólo dos casas con otra marca - después de que Wertheim había mantenido su autonomía dentro de Hertie durante más de 60 años partiendo de una historia empresarial de más de 100 años.

Es precisamente la alienación de los grandes grupos empresariales lo que contribuye a su hundimiento. La desaparición de marcas y empresas de larga tradición y renombre y la unificación de la oferta en lugar de su diversificación no han tenido otro resultado que él de una pérdida de clientes, de volumen de ventas y de calidad. Karstadt nunca ha sido una marca de calidad, más bien pertenecía a la gama media-baja de productos. Quelle siempre ha vendido productos de bajo precio, asequible para la gran masa de consumidores de menor capacidad adquisitiva. Hertie, en cambio, atendía un nivel medio-medio alto de consumidores, en el caso de KaDeWe y Alsterhaus un nivel muy alto. Todo se ha perdido con la pérdida de identidad y autonomía de las diferentes casas del grupo y la profanación de sus nombres. El crecimiento de los grupos empresariales se funda en factores como aumento de la suma del balance, dominio monopolista del mercado y eliminación de los competidores, expansión internacional, diversificación de las inversiones.

Pero en realidad, todas estas operaciones de expansión y crecimiento llevan a que el grupo empresarial deja de ser controlable, abarcable y eficaz para generar beneficios. En muchos casos, el aumento de los beneficios es sólo consecuencia de la suma de los beneficios e ingresos de cada vez más empresas sin un crecimiento real y consolidado. Una empresa que crece de forma descontrolada puede verse con un aumento de los riesgos sin haber consolidado su negocio operativo. Además, pierde el contacto con la realidad del mercado y carece de incentivos para los consumidores que ven una creciente disminución de la diversidad, caída de la calidad de productos y del servicio y la ausencia de referentes.


Lo que está ocurriendo ahora con Arcandor es sintomático. Parece que la globalización con su internacionalización de las grandes empresas y la creciente homogeneidad de la oferta de productos lleva camino de su propio ocaso. La creación de grandes consorcios con nombres de fantasía contribuyen a la pérdida de identidad, la misma que sufren los ciudadanos con esa Unión Europea tan artificial y lejana. Todo se justifica con la necesidad de reducir costes, de tener mayor movilidad. Foto: El grandes almacenes emblemático del Kurfürstendamm en Berlín Wertheim, ahora convertido en un cutre Karstadt. Lo siguiente será su quiebra por falta de clientes.

Se dice que una empresa que no crece no puede sobrevivir, pero nadie parece pensar que una empresa también puede sobrevivir sin crecer, e incluso puede sobrevivir reduciendo su volumen.
El crecimiento indefinido es inviable, porque todo llega a sus límites.

La caída del telón de acero supuso un alivio para la estancada economía occidental, pero teniendo aún muchas necesidades que cubrir en los países del este, el crecimiento económico está en un momento de implosión inminente. La globalización tal como nos la han presentado ha sido un fracaso. No funciona con los controles necesarios ni con un crecimiento sostenido y paulatino. Foto: Neckermann era, después de Quelle, la mayor empresa de venta por catálogo. Su lema es: "Neckermann lo hace posible", lo que respondía a que ofrecía absolutamente de todo. Fue absorbido a mediados de los años 70 por Karstadt, sus grandes almacenes adoptaron la marca Karstadt.

En sólo 15 años, Arcandor ha acabado vilmente con la larga tradición de las siguientes cadenas de grandes almacenes: Hertie (fundado en 1882), Karstadt (fundado en 1881), Wertheim (fundado en 1852), Neckermann (fundado en 1950, principalmente venta por catálogo), Quelle (fundado en 1927, principalmente venta por catálogo) y Schöpflin (fundado en 1929, venta por catálogo), pertenecía a Quelle desde 1964 y fue cerrado en 1999), así como con la solvencia de los buques insignia KaDeWe (fundado en 1907 por Jahndorf) y Alsterhaus (fundado en 1911 por Tietz) Es urgente replantearse la política de concentración de las grandes empresas y la responsabilidad personal de sus directivos, responsables últimos y principales de los fracasos empresariales.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre he pensado que a esos superejecutivos con sus megamasters en marketing y creatividad empresarial y RRHH les pasa como a muchos arquitectos de prestigio. Se han formado en un mundo universitario de piruletas y florecillas a cargo de profesores que viven en un mundo de cachorritos y estrellitas. De este modo se forman completamente ajenos a la realidad, embebidos en unas teorías e ideales que funcionan muy bien sobre el papel y que teóricamente ha llevado al éxito a una serie de gurús que también viven en mundos de fantasía.

Luego empiezan a actuar creyéndose tecnócratas e ingenieros sociales hasta que la realidad se les estampa contra la cara.

Siempre he pensado que la globalización lo que pretendía no era ni siquiera el paraiso multicultural con el que sueñan muchos perroflautas, sino la emergencia de una nueva cultura única que de tanto mezclar diera lugar a una pasta homogénea e irreconocible. Se ha pretendido hacer del mundo la misma planicie cultural que es EEUU, aunque se han olvidado, como decía aquel famoso anuncio de bebida, que el ser humano hace lo que le da la gana.

Un saludo.

Atreides dijo...

Desde el punto de vista de la arquitectura, los grandes almacenes habían sido promotores de grandes obras únicas y lujosas, perdidas todas a causa de esa absurda guerra. A ver si recopilo material para tratar el tema en otra entrada.

De esa diversidad arquitectónica hemos pasado a la uniformidad fría y aburrida de las nuevas construcciones. Viendo lo que planean para el "casco antiguo" de Berlín alrededor del ayuntamiento, es como para salir corriendo. Un horror, no tanto por la modernidad, sino por la falta de imaginación. ¿Cómo es posible que arquitectos diferentes construyan todos lo mismo cual casa de Lego con plantilla única?

berbagicerita dijo...

good post and nice fictures friend!!!