07 septiembre 2011

La cobardía de los alemanes y los límites de una pseudo-constitución

Tanto paripé, ¿para quién? ¿para qué?
Como era de esperar, el Tribunal Constitucional de Alemania dictó la sentencia que era fácil de imaginarse. El TC español no es el úncio que está bajo la batuta del poder ejecutivo. Y en Alemania, todo lo que huele a soberanía del pueblo y a libertad se somete muy rápidamente a la razón de estado, o lo que es lo mismo: a los poderes extranjeros fácticos. Alemania no ha dejado de ser un país sometido, ocupado y tutelado, vendido a las grandes potencias (o los poderes en la sombra).

Como ya ha declarado uno de los demandantes, el economista Joachim Starbatty, los jueces del alto tribunal alemán no son héroes. Es decir, son cobardes, como al menos el 80% de los alemanes.

No obstante, el TC alemán, que vela por una constitución inexistente, ya que la Ley Fundamental de 1949 fue dictada por la potencia de ocupación británica y sus aliados occidentales y cuyo preámbulo fue vilipendiado dolosamente por los gobernantes alemanes en 1990 al no ejecutar el mandato de convocar una asamblea constituyente al producirse (parcialmente) el supuesto de la reunificación de Alemania, aunque sólo de un 60% del total del territorio, ha subrayado la soberanía de Alemania y de sus órganos constatando que las leyes para la salvación de la insalvable Grecia serían constitucionales al no sobrepasar con "evidencias" la competencia presupuestaria del parlamento alemán.

EL TC alemán al menos ha tenido a bien establecer reglas para evitar que la soberanía presupuestaria sea traspasado a Bruselas al exigir que el parlamento y, en concreto, la Comisión Presupuestaria tendrán que dar su beneplácito a cada uno de los tramos que se abonen a un país extranjero. También establece que los paraguas de salvación para los países en dificultades tendrán quye ser decididos por los estados miembro conjuntamente, para lo cual no es suficiente una aprobación por mayoría.

Las decisiones del TC alemán no son sino una ayuda a los argumentos de los críticos, que denuncian la pérdida de soberanía de Alemania y la dominación del derecho alemán por el derecho comunitario, sin apenas intervención del parlamento.

Por mucho que se esfuercen, el Euro está perdido, y las deudas de países como Grecia no tienen otra solución que la de la vuelta a la moneda nacional, con una fuerte quita por parte de los acreedores. Negar lo evidente no evitará que el deastre suceda.