01 mayo 2014

Una Europa federal o el caos

Parece atrevido, osado, afirmar que sólo una Europa federal nos puede salvar del caos. Es uno de los lemas electorales de Ciudadanos Libres Unidos (Cilus) para los comicios del 25 de mayo de 2014.

Por ahora, no parece que ningún otro partido español pide una Europa federal. Pocos partidos se ocupan realmente de temas europeos. En España, el federalismo tiene alguna connotación negativa, porque para España no sería un modelo de estado conveniente por los nacionalismos y la asimetría entre las comunidades autónomas. Pero tratándose de la Unión Europea, la cosa cambia radicalmente.

Una Europa federal -es decir, una Unión Europea organizada como un estado federal- acabaría con el mal funcionamiento del que adolece esta unión de estados europeos, marcada por la desunión en muchísimas cuestiones fundamentales, ya que establecería un funcionamiento diferente.

En la actualidad, la falta de una estructura federal implica que las instituciones gubernamentales europeas no tengan una estructura y legitimación democráticas, sino que funciona de una forma oligárcica y autocrática por medio de la Comisión Europea, formada por los gobernantes nacionales no elegidos para ejercer funcones en dicha comisión, mientras que el parlamento es meramente decorativo, con escasas competencias decisorias relevantes, y ni siquiera tiene el poder de elegir al "gobierno" europeo, que en cierto modo se autonombra, legisla a puerta cerrada y no tiene que responder ni ante el Parlamento Europeo, única institución elegida democráticamente por los ciudadanos europeos.

Si partimos, por ejemplo, del sistema federal alemán, una Unión Europea federal tendría que contar, necesariamente, con dos cámaras parlamentarias: el Parlamento Europeo y el Consejo Federal (para darle un nombre usual), ambas al 100% con competencias decisorias. El Parlamento Europeo sería la cámara que elige al presidente o jefe del gobierno europeo, mientras que el Consejo Federal sería la representación de los estados miembros, con ciertas competencias de veto legislativo. Ambas instituciones decidirían por mayoría, no por unanimidad, como suele ser el funcionamiento actual.

Los estados miembros no perderían su autonomía ni sus jefes de estado ni su identidad nacional. Pero el funcionamiento de la UE sería más transparente y más democrático, y sus máximos responsables tedrían que ocuparse de cuestiones comunes de todos los europeos, como pueden ser la política exterior, la política fiscal, la política social y la política macroeconómica.

Claro está que esa Unión Europea federal no podría ocuparse de los problemas internos y estructurales de cada estado miembro. Pero tendría que marcar unas pautas generales de política europea para evitar en el futuro que se produzcan tantas divergencias cuando se trata de resolver conflictos internacionales. No puede ser que los estados miembros sigan con la misma política de intereses nacionales como hace cien años, algo que se vio muy bien en la guerra en los Balcanes, o que la UE se muestre incapaz de afrontar una crisis como la desatada en Ucrania, quedando a la vista su falta de poder, de autoridad y de capacidad para encontrar una solución y ser un interlocutor válido y potente entre Ucrania, Rusia y Estados Unidos. Como dijo el insigne periodista alemán Peter Scholl-Latour, la UE cree que es poderosa, pero no pinta nada en la política internacional.

A la vista está que la UE está sumida en cierto caos interno. Es más una tertulia de charlatanes que una unión de estados con una línea común en materia de política exterior, económica, tributaria y social. Sus dirigentes viven alejados de la realidad de los ciudadanos europeos y se ocupan de cuestiones que en lugar de facilitar la vida de todos sólo sirve para reducir cada vez más la libertad individual, sea para producir bombillas, cultivar verduras torcidas o establecerse libremente en cualquier parte de la UE. 

Una UE federal supondría también la creación de DNIs y pasaportes europeos, sistemas de seguridad social y de pensiones convergentes, sistemas y políticas tributarias unificados y un derecho de voto universal con independencia del estado de residencia de cada ciudadano comunitario y del tipo de elecciones (nacionales, autonómicas o regionales y municipales).

Sin duda supondría un paso hacia adelante un poco complejo. Pero si queremos una Unión Europea que funciona, sin tantas desigualdades entre estados, la solución será una Unión Europea con estructura de estado federal. ¿No lo han pensado nunca? Por eso el lema: Una Europa federal o el caos. Todo o nada. Avancemos hacia la Europa federal si queremos una Europea unificada, u optemos por disolverla. La solución intermedia actual lleva al caos.

Pedro Schwenzer
Candidato Nº 2 de Ciudadanos Libres Unidos para el Parlamento Europeo


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