09 diciembre 2009

Hermann Tertsch: La cosecha de un lustro


RESULTA que ahora nos salen unos cuantos socialistas alarmados por el cariz de los acontecimientos y, especialmente, por la bomba de relojería del Estatuto catalán colocada bajo la Constitución por el señor Rodríguez Zapatero. Por una vez, el señor Gregorio Peces Barba abandona su obsesión de insultar a la Iglesia Católica para advertir que la única nación soberana es España. Tiene toda la razón. Lo pone en esa Constitución que él ayudó a redactar y que el actual presidente juró en su día cumplir y hacer cumplir. Como sabemos, este último no ha hecho ni lo uno ni lo otro. Por el contrario, hemos asistido durante cinco años a un ejercicio de irresponsabilidad, soberbia, ignorancia y mentiras que nos lleva inevitablemente a una situación perfectamente traumática. Ahora salen algunos, callados como discretas meretrices durante todo este disparate, para decirnos que están preocupados y que deberíamos volver a tener el recurso previo de inconstitucionalidad.

Pues tienen razón. Siempre que enmiendan. Pero ya va a ser muy difícil evitar que nuestros nacionalistas socialistas, y viceversa, abandonen la deriva de confrontación con las instituciones del Estado y por supuesto con la Carta Magna en la que se fundamentan. También ha salido nuestro inefable cristiano socialista de la nueva aristocracia, el señor presidente del Congreso, José Bono, a decir que las leyes no son de chicle. Se lo podían haber contado todos ellos hace mucho tiempo al eterno adolescente y Gran Timonel. Pero ya sabemos que aquí los cargos y los sueldos los reparte exclusivamente quien ha liquidado todos los órganos del Partido Socialista como elementos de control y democracia interna. Ahora, pasado el Día de la Constitución, veremos cómo se las arreglan todos para ejercer la necesaria presión al Tribunal Constitucional para que corrija al alza los recortes absolutamente perentorios a esa locura que supone el acto de suicidio de uno de los Estados más antiguos del mundo.

Buscarán todo tipo de enredos para enfrentar a los españoles entre sí y volver a reagrupar a su bandería en unas filas prietas. Así, nos quieren tener a los españoles entretenidos con todo tipo de ocurrencias, desde el batiburrillo improvisado de la Ley de Economía Sostenible a nuevas ofensivas contra la religión, contra el supuesto facherío y contra el empresariado. Esta última, aunque también todas las anteriores, son una perfecta anomalía en una democracia europea. Que los sindicatos salgan a la calle apoyados por el Gobierno y movilizados con dinero público para intimidar al sector empresarial es una mamarrachada peligrosa y desde luego única en Europa. Que todos los paniaguados se lancen a combatir a los únicos que pueden crear empleo en una sociedad moderna es realmente una gesta propia de Hugo Chávez o Evo Morales, ese que ya ha logrado por la vía del populismo cargarse su siempre precario Estado de Derecho. No es lo mismo democracia y Estado de Derecho, como bien saben los alemanes desde que votaron a Hitler o están comprobando los venezolanos hoy en día. No hay que dar un golpe militar para liquidar ese bien que garantiza la seguridad jurídica y física de todos los ciudadanos en un Estado que cumple sus reglas con la división de poderes y el cumplimiento de sus propias leyes. Cuando en España se está espiando y controlando desde el Ejecutivo a los ciudadanos, cuando los medios gubernamentales oficiales u oficiosos atacan a todo discrepante u opositor y cuando se producen extraños pero muy contundentes actos de amedrentamiento por parte de los poderes públicos, es que, junto a la ruina económica, España se aleja también de las normas exigibles de un Estado miembro de la Unión Europea. Cuando el Estado se inventa leyes que pasa de matute para investigar a los ciudadanos sin control judicial estamos cogiendo muy mal camino. Y cuando hay tanta gente que habla en voz baja, que no utiliza ya el teléfono para ninguna conversación seria por miedo a represalias, y alguno sufre agresiones físicas inexplicables y automáticamente se las atribuye a la policía política de «Fouché Rubalcaba», después de haber sufrido otras verbales en las televisiones del señor Zapatero, es que hay motivos para el miedo. Gran cosecha de un lustro.


ABC - Opinión

1 comentario:

Natalia Pastor dijo...

Lo de Tertsch no es un episodio aislado y se suma a una larga lista de violencia e intimidación, de agresiones tanto físicas como verbales, que comienzan días antes de las elecciones del 2004 tras los atentados del 11-m con agresiones a los militantes y simpatizantes del PP y ataques sus sedes,que continua con elacoso por parte de los “liberados” sindicales a Juan Jose Güemes, las agresiones a Gloria Lago de “Galicia Bilingüe o las amenazas de muerte contra Esperanza Aguirre en Facebook para desembocar en la agresión a Hermann.

Que periodistas, como Jiménez Losantos o César Vidal tengan que ir con escoltas,denota que en España está la izquierda más radical,extremista y peligrosa de Europa.

No existe un país en la UE donde se den estos episodios.

Toda mi solidaridad y deseos de una pronta y completa recuperación para Herman Tertsch.